Puente la Reina - Estella
Puente la Reina - Estella (17/8/2001).
A las 6 de la mañana nos pusimos en marcha Paquito y yo. Mi pie izquierdo tenía una ampolla que aunque a primera hora no molestó en la última parte del recorrido se hizo más patente. Además una diarrea me acompañaba desde hacía varios días, debilitándome. Cuando pasamos a la altura del albergue la mayoría de la gente ya estaba en la calle desayunando. Enfilamos la calle Mayor que desemboca directamente en el famoso puente medieval sobre el río Arga. Una vez cruzada la carretera nacional N-111 comenzamos el auténtico camino por una pista. La humedad es latente en el recorrido, durante la noche ha llovido y ha dejado blando el suelo. La pista por donde vamos se convierte en una vereda que sube entre barrancos, aquí es donde empiezo a encontrarme cansado y deprimido. Por esta vereda llegamos al pueblo de Mañeru.
Durante todo el recorrido hemos ido adelantando y adelantándonos peregrinos, abundan los alemanes pero también hay brasileños, franceses, italianos y australianos. El mundo entero se encuentra en el Camino. Nosotros que estábamos acostumbrados a vernos solos durante muchos kilómetros, nos sorprende y a mí me acogota. La sensación es que a las 6 de la mañana se ha abierto una carrera para llegar cuanto antes al siguiente albergue, la gente apenas se para en los pueblos. Más adelante en Villatuerta era posible ver la Iglesia pues estaba abierta y un abuelo muy simpático estaba deseando contar su vida; pero nadie se paraba y sólo el sello de la credencial les importaba.
También me agobiaba el ritmo de Paquito, que aunque muy voluntarioso y excelente compañero, era mucho mayor que el mío y me violentaba que estuviera interrumpiéndole, cosa que no deseaba. Así que hablé con él y decidí que el continuara y que yo me quedaba en Estella.
Entre mi cansancio físico y mental llegamos a Cirauqui (08:00), pueblo al que se entra por una puerta ojival que es el inicio a una ascensión por unas calles muy hermosas hasta que se llega a la plaza del pueblo en la que en sus soportales todos los peregrinos decidimos desayunar después de comprar en una tienda abierta. Desayuné un yogur líquido y una manzana, intentaba recuperar mi estómago. Todo el mundo sellaba con un afán desmedido en todos los sitios donde estuviera a mano, competición selladora.
La salida de este pueblo se hace descendiendo por una calzada y puente romano, aunque había descansado seguía con mal cuerpo y con la decisión tomada que mi última etapa de este año era esta que estaba realizando, me encontraba tremendamente cansado. Con estas subidas y bajadas llegamos hasta Lorca donde volvimos a parar un rato en la plaza del pueblo. Había un gracioso gatito que se enrollo con una francesa. Cuando volvimos a ponernos en marcha encontramos unas mesas en la puerta de una casa que daba café y bollos a los peregrinos, yo aproveche para ir al servicio e intentar vitalizarme con un café. Entre las dos paradas estuvimos cerca de 45 minutos parados en este pueblo. Continuamos sobre las 10 de la mañana y el sol ya empezaba a calentar y a secar el camino. Sobre las 11 llegamos a Villatuerta donde visitamos la Iglesia y paramos un cuarto de hora. Yo me iba encontrando mejor pero la decisión estaba tomada.
Sobre las 12 de la mañana llegamos a la puerta del albergue, ya había por lo menos 15 personas esperando que lo abrieran para entrar (12:30). Nos pusimos a la cola ya que este era mi destino.
Me cobraron 500 Ptas. y me asignaron la cama de arriba de una litera que esta en el primer piso al lado del servicio, agradecí esta proximidad por mi estado. Me cambie las botas por las chanclas y dejé la mochila y me fui con Paquito a ver el pueblo. Él había decidido continuar hasta Arcos después de comer. Yo iba medio cojo por la ampolla del pie, pero con la ilusión de la proximidad del fin. Visitamos la iglesia de San Pedro de la Rúa, ningún peregrino nos acompañó eran todos turistas. Es curioso que aunque el Camino tiene un concepto eminentemente religioso, la gente se lo ha tomado como un gran recorrido organizado. En los grandes recorridos la gente duerme en el monte y se evitan los pueblos, pero en este gran recorrido encuentran albergues económicos y un motivo para alardear de su falta de religiosidad. En la puerta del albergue de Estella una niña andaluza presumía de su falta de creencia y que realizaba el Camino por deporte, esta idea era corroborada por dos chavales que presumían que habían sido los últimos en salir de Puente la Reina y que habían llegado los primeros.
Estaba totalmente sorprendido por este cambio de espíritu. Yo concibo este viaje como un viaje al interior de uno mismo y cuando hay demasiada gente es mucho más fácil la distracción y perder el sentido de la peregrinación. Para mí el sentido es por un lado una reflexión de uno mismo y por otro un conocimiento de un entorno y una tradición. Pero en ningún caso una competición deportiva.
Bueno continuo el relato, San Pedro de la Rúa es una iglesia digna de ser visitada y no sólo por el templo sino por el claustro con capiteles historiados y bíblicos.
Después de visitar San Pedro de la Rúa fuimos a comer a un restaurante denominado "El Volante", el cual estaba en la salida del Camino en Estella. Después de comer me despedí de todo un hombre. Él que se presentó con el diminutivo llegó a ser para mí Don Francisco. Fue una persona tremendamente leal y me acompañó en todo momento en este día bajo para mí. La despedida me dejó un vacío importante, definitivamente perdía a los compañeros de viaje.
Me volví al albergue a echarme la siesta y a reposar el pie. El estómago seguía revuelto y varias visitas tuve que hacer al servicio. Sobre las 19 horas fui a la estación de autobuses para ver la combinación para volver a Madrid. Había un autobús que salía a las 8:30 para Zaragoza.
Compré unos yogures y esa fue mi cena. A las 21 horas estaba en la cama pues no me encontraba nada bien. Las literas estaban demasiado juntas y en la habitación había demasiada humanidad por metro cuadrado, pero bueno conseguí dormir toda la noche.
Como resumen se realizaron 22 Km. y se dieron 31.428 pasos.
Me despertaron los peregrinos alemanes a las 5:30 de la mañana cuando empezaban a levantarse. Aguanté hasta las 6:30 en la litera, ya sólo estábamos 5 o 6 personas en la habitación, el resto ya habían marchado (es increíble el madrugón). Me preparé y marché con la mochila hacia la estación de autobuses. Estaban cerradas las taquillas hasta las 7:30 y sentado en un banco esperé. Cuando abrieron compré el billete a Zaragoza que salía a las 8 y desayuné.
El recorrido se hace un poco pesado porque para en todos los pueblos. Llegamos a las 11:30 a Zaragoza. Te deja el autobús en una estación particular, en Zaragoza no hay una estación central, muchos pueblos la tienen y una capital no, es sorprendente. Así que con una pareja y una señora que venía en el mismo autobús cogimos un taxi y nos dirigimos a la otra. Allí me dieron el último billete en el autobús de las 13 horas. Tomé un bocadillo y subí al bus. Fueron otras 3 horas y media de viaje con parada de media hora.
De esta manera a las 16:30 llegue a la Estación Sur de Autobuses, y a las 17 estaba en casa.
ULTREIA E SUSEIA.
Monreal - Puente la Reina
Monreal - Puente la Reina (16/8/2001).
Etapa que termina el Camino Aragonés para enlazar con el Camino de Roncesvalles, durante ella todavía se vive la soledad y la tranquilidad. Durante todo el día solo vimos a tres chicas en el mesón donde comimos y a tres alemanes que durmieron con nosotros en Monreal. El resto fue tranquilidad.
La etapa la empezamos a las 7 de la mañana. Por un camino que buscando la ladera de la montaña nos aproxima a Yárnoz. Este sendero es un constante sube y baja y a Mavi se le atragantaba. Se nota en esta primera hora el frescor y la humedad de una noche de tormenta. Yo tampoco voy demasiado bien, tengo una ligera diarrea que noto me está limitando. Esta vereda sube y baja dura hasta Tiebas, casi 14 Km. de sube y baja. Desayunamos fruta y barritas energéticas en Ezperun. Es un sendero bastante pesado, pero aplico la táctica de montaña, no pensar más allá e ir respirando profundamente y cuando la cuesta se incrementa reducir ligeramente el ritmo y acoplar la respiración y los pasos.
En Tiebas estábamos sobre las 10 de la mañana. Aquí encontramos un bar abierto donde nos tomamos un café con leche y una tostada de pan. Fue anecdótico que la que atendía era una sudamericana con bastante inexperiencia en hostelería. Tuvimos que explicarle como hacer las tostadas, incluso en una ocasión pasé a la cocina que estaba detrás del mostrador para ver como las estaba haciendo. Al final salieron excelentes y nos tomamos media pistola tostada cada uno de nosotros y el precio de 5 consumiciones fue de 900 Ptas., sorprendente precio.
A las 10:30 reanudamos la marcha, el sol picaba algo más y después de atravesar la autovía a Pamplona nos dirigimos a Campanas, donde preguntamos a una señora que nos dirigió a Biurrum por una carretera recta y en plena solanera. Desde aquí nos dirigimos a Ucar y después a Enériz. Los caminos eran bastante cómodos. En este buscamos el único mesón abierto y tomamos el sol mientras que liberaban las mesas para poder comer, cosa que conseguimos sobre las 15 horas. Comimos los restos pero conseguimos un par de horas previas muy agradables al sol.
A las 16 horas, después de comer, el Camino prosiguió por un camino cómodo que termina en Eunate. Aquí está una construcción singular, la ermita de Santa María de Eunate. Eunate (cien puertas, en eusquera) fue construida en el siglo XII por los caballeros templarios, siguiendo el mismo diseño octogonal de la planta del templo de Jerusalén. Su destino, las inscripciones de las piedras y su fuerte carga simbólica siguen siendo un misterio. La paz interior se consigue sentado en los bancos de madera de esta singular ermita.
Tras Eunate la pista sale a la carretera de asfalto y sube hasta Obanos, la localidad donde algunos historiadores sitúan la unión real de los dos caminos. La subida y posterior bajada se antoja innecesaria a quienes llevan el cuerpo curtido por una larga jornada a pie. Es mejor seguir por asfalto y entran por fin en Puente la Reina.
Etapa de 30 Km., 42.857 pasos, que se inició a las 7 de la mañana y se terminó a las 18 horas. Etapa que termina algo que se empezó seis días antes. La tranquilidad se acabó.
En Puente la Reina llegamos al albergue, el cual estaba lleno. A mi me pareció enorme y me sorprendió que hubiera tanta gente. Después de esperar un rato nos indicaron que sellaban en el Seminario próximo, así lo hicimos. Después Julio, Mavi y Carmen se dirigieron a coger habitación en un hotel y nosotros a un hotel con albergue, dos habitaciones muy amplias con 10 literas cada una de ellas, nos costó 1000 pesetas pero estuvimos muy cómodos. La habitación era tan amplia que podía haber unos dos metros entre literas, luego no estaba llena así que Paquito y yo estuvimos solos en un extremo tras unas taquillas, perfecta intimidad.
Después de ducharnos y asearnos un poco nos fuimos a cenar con nuestros compañeros. Yo no me encontraba demasiado bien, la diarrea me había debilitado, cene sólo un sándwich mixto. Sobre las 11 de la noche llegamos al hotel.
La cena aparte de mi estado físico fue un poco triste pues significaba el fin de una relación que había durado 6 días. El grupo se convertía en pareja, el pensamiento de que algo se acababa me llenó. Todos hicimos propósitos de continuar el año que viene. Todos nos dimos los teléfonos y direcciones para mandarnos fotos y recuerdos. Así mismo todos aseguramos que si se pasaba por la ciudad de cada uno no se olvidarían de llamar. Todos sabemos que esto es un rito pero que no es verdad en cuanto la civilización nos captura y nos atrapa entre sus brazos.
Sangüesa - Monreal
Sangüesa - Monreal (15/8/2001).
Nos levantamos a las 6:30 de la mañana y tras un breve desayuno dejé las llaves del refugio en el tiesto que hay a la puerta de la residencia de ancianos, donde nos dijeron que las dejáramos. Habíamos decidido tácitamente ir todos juntos en el día de hoy, luego las circunstancias corroboraron lo acertado de la decisión. Yo no me encontraba demasiado bien, la tripa la tenía revuelta, me había levantado con el pie cambiado.
De Sangüesa se sale por el puente que cruza el río Aragón. Se continua por la carretera N-240 y en seguida se llega a una desviación al lado de la Papelera. A la izquierda se sube a Rocaforte y cruza la sierra de Aibar para llegar a Izco, algunos dicen que es el camino más histórico y el más directo, pero al no estar totalmente señalizado en el pueblo aconsejan no utilizarlo, sino seguir de frente, hacia Liédena, para cruzar la espectacular Foz de Lumbier, que por sí sola, justifica esta segunda opción. Nosotros la tarde anterior preguntamos en la oficina de turismo y una amable señorita nos indicó justamente lo contrario, ir por Rocaforte. Menos mal que Julio y Francisco leyeron la guía del País y decidimos ir por la Foz.
Llegado al desvío se continua por la carretera al lado de una papelera, horror de olores y contaminación, hasta Liédena. Son 5 Km. por carretera que aunque se hacen a buen ritmo son un poco molestos por que la circulación es notable aún a esas tempranas horas de un día festivo. Sobre las 8:15 de la mañana llegamos a este pueblo que nos recibió con un coro que estaba cantando "mañanitas". Nosotros nos sorprendimos al verlos tan concentrados cantando sus melódicas y cursilonas canciones, y ellos también debieron sorprenderse al ver a un grupo de peregrinos. Todos los 15 de agosto, día de la Virgen, realizan este rito.
Con el cuerpo lleno de música atravesamos el puente sobre el río Irati que coloca al caminante en la pista de tierra que se dirige a Lumbier. En esta pista llana y sin dificultades fue donde se produjo mi única caída de todo el camino, fue por mirar hacia atrás y no observar un pequeño desnivel. No tuvo mayores consecuencias. En un par de Km. se llega a la entrada de la Foz.
La Foz de Lumbier es un estrecho desfiladero de 1,2 Km., tallado en la caliza por el río Irati. El hombre también contribuyó a modelar el lugar con la construcción de un ferrocarril entre Pamplona y Sangüesa, que horadó estos peñascos. Por sus túneles abandonados circula ahora el Camino. El primero de los túneles necesita la ayuda de linternas para atravesarlo pues no se ve el final desde el inicio, debe tener unos trescientos o cuatrocientos metros. En este túnel perdí la gorra que tenía mi nombre, siempre hay que algo perder y algo que ganar.
Una vez dentro de la Foz se puede observar arriba, entre las crestas y en muchas ocasiones volando, una de las mayores colonias de buitres y águilas del prepirineo. El segundo túnel es mucho más corto y no necesita linterna. Cuando salimos de este túnel hay un área de descanso donde realizamos el almuerzo, eran las 9:00 horas. Como el día anterior había sido tan escaso en comida todos llevábamos avituallas. No desayune en exceso pues mi tripa todavía no estaba asentada.
A las 9:30 continuamos el camino hacia Lumbier que apenas distaba un par de Km. Desde Lumbier un camino de reparcelación nos lleva de forma muy recta y un poco ondulante hasta el alto de Loiti. Son siete Km. que sólo se ve aproximarse el alto, se atraviesan dos pequeñas poblaciones la primera Nardués, lugar donde realmente se inicia la ascensión y donde la señalización deja bastante que desear, nosotros nos confundimos y llegamos hasta la carretera donde debimos retroceder para coger el camino verdadero, una faena para el peregrino. El segundo es Aldunate donde charlamos un rato con una señora que nos contó que todos los del pueblo eran familia. Gente amable, simpática y con ganas de hablar es fácil encontrársela en estos pueblos pequeños al estar muy solitarios.
Desde este pueblo la traza se convierte en senda que asciende ya sin más reparos hacia el alto de Loiti, donde se va a reencontrar con la N-240. En la subida hay varias puertas de metal para que no se escape el ganado. Según íbamos llegando al alto el tiempo se iba nublando y estropeando el tiempo, pero nada más llegar empezó a chispear primero y después a caer "chuzos de punta". En un primer momento nos resguardamos bajo unos chaparros en el mismo alto y aprovechamos para pertrecharnos contra la lluvia, chubasqueros de mochila y chubasqueros y capas de personas. Como se vio que no paraba decidimos tirar deprisa y sin parada hacia Izco (4 Km.) por la carretera. El camino le supusimos lleno de barro y por eso se evitó. En la bajada primero fue Francisco, dando un buen ritmo, después Julio, Mavi (corriendo), Carmen, yo, Paquito y Vicente. Yo iba lo más pegado que podía a Carmen pero cuando vi que perdía ritmo y se alejaba de Mavi aceleré para adelantarla e intentar marcarla el ritmo para que no hubiera demasiada distancia. La tormenta juntaba agua fina, que golpeaba en las piernas y daban la sensación de agujas pinchándote, y una fuerte ventolera que me hizo pensar que podría levantar a la pobre Carmen al hacer el poncho de vela. Los coches tampoco ayudaron ya que salpicaban el agua cuando pasaban a nuestro lado.
Ya llegando a Izco hay un desvío donde en un garaje de una granja de patos nos protegimos y descansamos 5 minutos antes de emprender la breve subida al pueblo. En estos cinco minutos dejó de llover pero ya nos encontrábamos suficientemente mojados como para parar en el albergue de Izco e intentar comer algo. Subimos trescientos metros y nos encontramos el albergue donde estábamos solos con la propietaria. Allí nos quitamos las botas y la ropa mojada. La señora vendía como en una tienda los artículos, pasta, tomate frito, latas de judías, pan, lechuga, tomate, cebollas, etc.; y los peregrinos se lo preparaban como querían, cobrando un tanto por el uso de la cocina. El peregrino aparte de cocinar tenía la obligación de dejar la cocina como se la hubiera encontrado. Este supermercado con uso de cocina, nos supuso 650 Ptas. por persona por comer, espaguetis con tomate y salchichas, una ensalada y un café. Bueno por lo menos nos sirvió para descansar hasta las 15 horas y podernos secar. (llegamos sobre la 13 horas). Mi tripa no estaba demasiado bien.
Después de comer y de descansar los cuerpos salimos del pueblo por una pista de concentración parcelaria que discurre a las localidades de Abinzano y Salinas. En ninguno de las dos hay servicios. Antes de entrar en el segundo hay una fuente que es el inicio de una senda que enseguida desemboca en una pista forestal que nos llevó hasta Monreal. Llegamos sobre las 18 horas. El párroco nos indicó el camino al albergue. Este es totalmente nuevo, tiene dos plantas, en la de arriba están las literas, espacio para treinta personas, y abajo están los aseos y la cocina / comedor. Allí me duche e hice la colada. Conocimos a un alemán que volvía de Santiago y que no tenía suficiente para pagar el albergue (1.000 Ptas.) pero que la muchacha que sellaba le cogió lo que tenía (950). Yo servía de interprete hablando o mejor dicho chapurreando inglés. Aproveché y le pregunté por el camino del día siguiente, comentándome que era un constante sube y baja (al día siguiente le tuve que dar la razón, aunque en ese momento dudé de la información recibida).
Sobre las 19:30 nos fuimos al bar para despedirnos de los maños, a los que su familia vino a buscarles. Tomamos unas claras y nos despedimos de dos personas más que terminaban. Les fueron a buscar la mujer, la madre y el cuñado de Vicente. Esta pareja de maños se mantendrán en mi recuerdo como dos personas buenas que me ayudaron en mi camino y que es difícil que las olvide. Su carácter queda marcado por la maravillosa anécdota del hueso de jamón. Espero volver a encontrarlos.
Una vez que marcharon, sobre las 21 horas, el resto cenamos unas croquetas y empanadillas y cuando nos dispusimos a salir del bar caían chuzos de punta otra vez. Tuvimos suerte y por la coquetería de Mavi conseguimos que nos llevarán en coche al albergue. Hubieran sido sólo 10 minutos bajo la lluvia, pero hubiera implicado la segunda gran mojada en él mismo día y los cuerpos no estaban para tantas humedades. La colada la recogimos y la tendimos en la cocina como se pudo, al día siguiente fue tendida en la mochila.
Al albergue llegaron 5 o 6 personas más, entre ellos 2 ciclistas que echaban pestes del Camino de Rocaforte, pues se habían perdido al estar mal señalizado.
Monreal supuso el último albergue del Camino Aragonés donde se siente el espíritu de esta ruta. A partir de aquí se impone la impronta de Roncesvalles donde todo es masificación y carreras para encontrar una cama.
En esta etapa se realizaron unos 30 Km. y se dieron unos 42.857 pasos. Es una etapa que se montó a lo largo de todo un día y con tres subetapas, Sangüesa - Lumbier, Lumbier - Izco e Izco - Monreal. Yo creo que estas etapas largas es la forma de llevarlas, no soy partidario de establecer competiciones y carreras. Se tiene todo un día para llegar a un destino y no hay que agobiarse con llegar temprano, hay tiempo para todo. Tan importante como los tiempos de andar son los tiempos de parar y de recuperar fuerzas. Estos momentos son los que se utilizan para hablar y establecer comunicación con el entorno. También es cierto que el camino Aragonés permite más fácilmente este planteamiento por la menor masificación, siempre sabes que tienes cama en el albergue, en el de Roncesvalles los albergues a las 12 de la mañana ya están llenos. Si hay que realizar una etapa de 24 Km., longitud de etapa media, para llegar a esa hora es necesario primero ponerse en marcha a las 6 horas y segundo no pararse mucho a charlar. Si la media la consideramos de 4 Km. hora no tenemos ni 1 hora para paradas y para conocer el ambiente. Bueno más adelante continuaré con esta disertación, uno de los motivos de mi abandono en Estella.
Ruesta - Sangüesa
Ruesta - Sangüesa (14/8/2001).
Etapa notoriamente más corta, con una trayectoria al principio ascendente después descendente y por último llana durante 10 km. Salimos a las 7 en punto de la mañana, allí nos despedimos de Mariano que se levantó para desearnos buen camino. La persona que empezó conmigo y que ha quedado en el camino. El Camino de Santiago es como la vida, en él vas conociendo gente que te acompaña durante un tiempo y que se van quedando.
Salimos todos juntos de Ruesta, aunque no duró mucho.
Desde la salida del albergue se baja hasta el camping, que apenas está a medio kilómetro. Allí es posible coger agua de una fuente. Medio kilómetro adelante hay una ermita que vale la pena observar. Todo este recorrido se ha hecho entre árboles. Por la hora y la tormenta de la noche anterior la humedad es considerable. El frescor es una maravilla. En seguida empezamos una subida que nos hará salvar un desnivel de 400 metros en unos 5 Km. Toda esta subida se realiza por un camino forestal muy bien marcado y entre pinos. Es una hora y media que en determinados momentos me recuerda mis habituales subidas de la Fuenfría. El grupo se disgrega en dos grupos. El primero los maños y yo y otro el matrimonio, Carmen y Paquito. Nosotros vamos más deprisa y enseguida perdemos de vista al otro grupo. De los tres de mi grupo el más flojo soy yo. Vicente, el maño más joven (34 años) y sobrino del otro, es un albañil acostumbrado a subir y bajar materiales de obras por escaleras, y cuando sube acelera el ritmo haciendo que las subidas sean más rápidas que cuando se llanea. En esta cuesta se permitió encender un puro a mitad de subida cuando yo ya iba echando el "bofe". El otro maño es Francisco. Tiene unos 50 años y es tío de Vicente. Es más hablador que su sobrino y el jefe del grupo de los maños, el sobrino tiene adoración por el tío. Durante la cuesta aunque no aguantaba el ritmo del sobrino si conseguía un ritmo ligeramente superior al mío. Aunque le llamo maño Francisco es de Jaén, eso sí lleva 30 años viviendo en Zaragoza.
En una hora y media llegamos a la parte más alta de los montes del pantano de Yesa. Desde este punto se inicia una trepidante bajada durante 5,5 Km. hasta Undués de Lerda. Un poco antes de entrar en el pueblo se pisa una calzada romana. Es sorprendente que toda la subida se realiza entre árboles y en la bajada no hay ni uno.
A las 10:30 se llegó al pueblo e intentamos desayunar. Fue algo imposible pues el único bar del pueblo está cerrado pues al parecer el día anterior habían estado de fiestas y no se abría hasta la 13 horas. Intentamos ir al albergue pero la gente que lo lleva es la misma que se encarga del bar y al preguntar nos echaron del albergue con muy malas formas. Después de descansar un rato y beber un poco de agua llegaron nuestros compañeros. Después de dar novedades y de hacer una vuelta por el pueblo emprendimos el camino en los dos grupos que habíamos establecido. Ellos llegaron sobre las 11:00 y salimos del pueblo a las 11:15 nosotros y ellos a las 11:20.
Vicente me dio una barrita energética y con ese maravilloso desayuno, ese día no nos dieron nada en el albergue de Ruesta. Emprendimos el Camino con un cierto cabreo por las escasas posibilidades culinarias de pueblos como Undués de Lerda, que aunque este muy arreglado arquitectónicamente por las ayudas europeas, en el trato deja algo que desear.
Dos kilómetros más adelante un cartel nos indica la salida de Aragón y la entrada en Navarra. El cambio se nota hasta en el camino, las piedras desaparecen y el camino es liso como una carretera.
Desde aquí se empieza a recorrer una pista con unas rectas llanas impresionantes que permiten ver a más de un kilómetro por delante y por detrás. Este fue uno de los momentos inolvidables pues era posible vernos todos, los tres que íbamos por delante a buen ritmo (teníamos hambre) y el grupo del matrimonio disgregado por detrás. Paquito había decidido alcanzarnos y tras él se había ido Carmen, quedando en la cola Julio y Mavi. En esta configuración estuvimos durante cerca de una hora hasta que en lo alto de una cuesta el Camino se desvía a la izquierda, ahí decidimos parar y esperar al resto. La verdad es que Paquito estaba a punto de alcanzarnos y que Julio y Mavi tardaron unos 5 minutos en llegar. En ese punto decidimos tomar un poco de aire y regularizar el paso para ir todos juntos. Desde ese instante no se volvió a disgregar el grupo hasta Monreal, final de la etapa siguiente.
El camino pasa entre diferentes cultivos de vid y de maíz para alcanzar en unos dos kilómetros Sangüesa. Llegamos sobre las 13 horas. Buscamos enseguida el albergue para dejar las mochilas e ir a comer algo, desde las 7 de la mañana apenas había comido una barrita energética. Este se encuentra en la calle Labrit y lo regentan las Hijas de la Caridad, quienes lo mantienen limpio y acogedor como pocos refugios; basta decir que ofrecen sábanas y mantas. A pedir la llave entramos Julio y yo a la residencia de ancianos que está al final del callejón. Después de un rato salió una monja que nos pidió las credenciales y nos anotó en el libro. Todos tuvimos que pasar por la residencia pues la credencial es obligatoria. El albergue está compuesto por 12 camas bastante separadas unas de otras en la planta superior. En la inferior hay un baño, una cocina y un comedor bastante amplio. El mejor albergue de los que conocí.
Una vez dejados los bártulos y después de pasar todos por la ducha, nos fuimos a comer a la calle Santiago, al restaurante Acuario. Fuimos por que lo marcaba la guía El País-Aguilar y la verdad fue increíble. Tomamos todos lo mismo, para empezar unas pochas con guindillas, cuando las comía la gloria conocí, entre el hambre y la exquisitez las lágrimas me caían, de segundo bonito fresco con tomate, un sabor impresionante, y por fin un flan casero de postre. Todo esto regado por un vino de la casa de Rioja. Con café el precio ascendió a 1300 Ptas., imprescindible volver. Durante la comida la conversación fue dar a conocer a Paquito las guindillas y las pochas.
Después de comer, a las 17:00, volvimos al albergue a dormir una bien merecida siesta. Yo no pude dormir y aproveche para concentrarme y reparar mis pies que empezaban a tener una ampolla. La restauré pinchándola y después bañándola con Betadine. También aproveche para dar un masaje con alcohol de romero. A las 19:00 me fui solo al centro para comprar algo para desayunar al día siguiente y pasarme por la farmacia. Compré leche, galletas y unas barritas energéticas ( no atiné con las que quería). También compré el ungüento del peregrino, una especie de grasa que parece que ayuda a quitar el dolor. También compre unas postales y unos sellos. Me senté en una mesa de un bar y escribí todas las postales.
A la vuelta al refugio me encontré a Paquito que había comprado una compresas de mujer para ponérselas en la planta del pie para que estas absorbieran el sudor y le solucionaran las ampollas. La broma fue instantánea, "haces trampa ya que con las alitas vas a ir volando".
Cenamos, en el mismo restaurante en el que habíamos comido, un súper bocadillo. A las 23:00 estábamos todos en la cama con el propósito de salir a las 7:00 horas. Los maños nos anunciaron que el día siguiente iba a ser su último día.
En el día se dieron unos 35.000 pasos es decir unos 23 Km.
Una mañana muy dura y una maravillosa tarde.
Arrés - Ruesta
Arres - Ruesta. (13/8/2001).
Ante la perspectiva de una etapa solitaria donde la llanura aragonesa iba a ser nuestro compañero de viaje a las 6:00 nos ponemos en marcha. Aunque la noche no ha sido muy buena para mí en cuanto a número de horas de sueño, pues creo que he dormido solo un par de horas, ha sido maravillosa en cuanto a la admiración de la bóveda celeste, ninguna contaminación lumínica incordiaba, en ese día tuvimos especial suerte pues en el albergue fue posible tomar un café con leche y una magdalena para desayunar (ojalá los peregrinos pudiéramos desayunar todos los días).
Fuimos saliendo poco a poco del refugio, primero los maños después Carmen a los 5 minutos. Mariano y yo salimos 10 minutos después y por último Julio y Mavi justo después de nosotros. Éramos un rosario de peregrinos con prisa de ponerse en camino antes de que el sol nos aplacara. El principio del camino es una bajada abrupta que nos lleva desde Arres al camino. En esta bajada, Mariano y yo acortamos entrando por un campo arado, mirando para tras veíamos relativamente cerca al matrimonio. Pero para adelante era imposible ver a nadie, los 10 minutos de distancia te imposibilitaban ver a nadie sobretodo por el paso de Mariano que se resentía de su pie y de su carga.
En esta situación estuvimos durante un par de horas, caminando entre campos de cereal ya recogido. La vista te permitía ver muchos metros por delante y por detrás.
Cuando el sol empezó a salir tras un giro a la izquierda y una subida dura de 10 minutos, que nos lleva frente al pueblo de Martes nos hizo perder de vista al matrimonio y nos introdujo en otra llanura donde en la lejanía era posible ver unas figuritas que supuse eran los maños y Carmen. Como Mariano continuaba resintiéndose y sabiendo que siempre iba a tener compañía por detrás y como me apetecía acelerar, empecé a incrementar el ritmo con la ilusión óptica de ver como se acercaban las figuritas de la lejanía. Después de una hora y casi a la altura de Mianos alcance a los maños. El sol ya apretaba con justicia y las fuerzas no eran muy holgadas, se empezaba a necesitar un descanso. En una hora más alcanzamos la carretera que se desvía hacia Artieda. No lo dudamos y subimos al pueblo. Fue un kilómetro agobiante pero arriba nos esperaba un albergue abierto donde fue posible realizar un almuerzo como Dios manda, par de huevos fritos con jamón y una exquisita jarra de cerveza con limón. En este refugio estuvimos una hora aproximadamente. Tiempo más que suficiente para que nuestros compañeros que venían por detrás nos adelantaran.
Después del opíparo almuerzo nos lanzamos a los últimos 10 Km. Más de la mitad de estos se realizan por carretera siendo entre las 12 y las 13 horas el sol caía de plano y no había posible escapatoria. Después de 7 Km. por el arcén se coge un sendero que entre árboles acompaña al peregrino hasta Ruesta. Esta parte final se me hizo especialmente pesada pues necesitaba líquido para recuperar el perdido. Es una etapa muy dura por el sol y la llanura, no hay apenas sombras donde refugiarse. También la temperatura no ayudaba por el calor y el bochorno. El día terminó en tormenta, índice del calor reinante.
La sorpresa del día fue que yo esperaba encontrar a Carmen cuando aceleré pero para mi sorpresa ella se quedó detrás, pues fue la única que no acortó por los campos de cereal al principio de la etapa. Ella realizó la mayoría de la etapa con el matrimonio a los cuales alcanzó a la altura de Martes.
Mariano fue alcanzado por el matrimonio y por Carmen a la altura de Artieda donde hizo autostop pues su pie ya no aguantaba más.
Cuando llegamos a Ruesta los demás compañeros ya estaban esperando para comer (14,15 horas). Los maños pasaron de comer pero yo me duche rápidamente y baje a la comida, pues aunque había almorzado fuerte notaba que necesitaba más energías.
Después de comer subí a la habitación para una buena siesta reparadora de una noche criminal. No conseguí dormir pero si descansar los suficiente como para sentirme bien después de un gran esfuerzo. Los pies los tenía doloridos pero sin ninguna ampolla que me impidiera continuar. Lo mismo no puedo decir de Mariano que durante la cena nos comunicó que el día siguiente se volvía a Madrid.
En la cena conocí al séptimo compañero de viaje, uno se iba pero otro volvía. La presentación me sorprendió pues cuando le pregunté su nombre me dijo "Paquito". El diminutivo enseguida me hizo comprender la sinceridad e inocencia. Es el auténtico atleta y el más experto en el Camino de Santiago. Vive en Petrel (Alicante) y es miembro activo de la Asociación del Camino de Santiago de su pueblo. Había empezado el camino el día anterior, recorriendo desde Somport hasta San Juan de la Peña (45 Km.) donde había dormido encima de una mesa de piedra. Hoy había recorrido desde San Juan de la Peña hasta Ruesta (40 Km.) donde se había parado por que le ha pillado una tormenta y como andaba con sandalias le había salido una ampolla que le impedía andar correctamente.
Durante la cena conseguimos estar todos juntos, Mariano, los maños (Francisco y Vicente), el matrimonio (Julio y Mavi), Carmen, Paquito y yo. Fue el único momento que nos encontramos todos. La cena la recuerdo como exquisita (acelgas y pescadilla en salsa). Durante la cena se fue la luz y cenamos a la luz de una vela. Aunque comí y cené sólo me cobraron la cena por lo que el precio fue más que aceptable (2.100 Ptas. dormir, comer y cenar).
Este albergue es sorprendente. Está en manos del sindicato CGT, anarquistas, y estos se encargan de dar asistencia a todos sus afiliados y a todos los peregrinos que pasan por aquí. Tiene 72 plazas en dos edificios rehabilitados y cuesta 950 Ptas. dormir y 1150 la comida o la cena. El pueblo son unas pocas casas con unas calles muy estrechas, un lugar encantador. En los alrededores hay 2 ermitas una antes llegar en ruinas y otra después del camping.
Se inició a las 6:30 horas y se llego a las 14:15. 39.107 pasos equivalentes a 27,374 Km.
Jaca - Arrés
Etapa 1 Jaca - Arrés. (12/8/2001).
Me levanté a las 6:30, había pasado una noche horrible por el ruido del pub que está al lado del hotel, pero el cansancio me permitió dormir.
Después de ducharme y terminar de meter todo en la mochila voy al albergue a buscar a Mariano, cuando llego allí son las 7 menos 10. Tomamos un te en la cocina del albergue y a las 7 salimos.
La salida de Jaca es bastante pesada, son los primeros metros que realizamos con la mochila y en principio no parece que me vaya a molestar en exceso. Se recorre por el lado derecho la carretera N-134 por un sendero muy bien marcado, no hay perdida posible pues el Camino está perfectamente marcado por flechas amarillas. Mariano tiene importantes molestias en el pie y la mochila que lleva es con armadura metálica, bastante incómoda. No puedo marcar el ritmo que a mí me gustaría llevar pues cada vez que hay una bajada su pie sufre.
A la altura de la carretera que va a Santa Cruz de los Serós el pie de Mariano está muy mal y decidimos desayunar en el Hotel Aragón. Después de curar el pie y de desayunar continuamos por la carretera hasta Santa Cilia de Jaca. Aquí Mariano decide coger un autobús hasta Puente la Reina de Jaca para no forzar el pie. Yo busco un bar en Santa Cilia para desayunar. Allí aparte de sellar la credencial y de comerme un bocadillo de chorizo y una coca cola, veo a los maños del jamón con los que almuerzo y continuo el camino hasta Puente la Reina. Cuando salimos de Santa Cilia se empieza a notar el calor (11:30). El ritmo es mucho más vivo que él de Mariano y la conversación es amena. El Camino continua paralelo a la carretera pasando por un camping (que se aprovechó para tomar una cerveza). En tres kilómetros más se llega al puente de Puente la Reina, este pueblo no son más que cuatro casas con dos hoteles, un bar y una gasolinera. Aquí me estaba esperando Mariano que ya había comido cuando llegue. Eso mismo hice yo. A las 16:00 salimos de Puente la Reina, los maños quisieron bañarse y luego comer. Después de volver a cruzar el puente se toma una carretera a la derecha que a cosa de 1 km. marca un sendero que lleva a Arrés. Este sendero no está muy bien desbrozado y los pinchazos son múltiples. Al principio tiene una subida que se salva con facilidad y luego simplemente se llanea. Hay otra opción por la carretera, pero parece mucho más fatigosa. Mariano no hacía más que quejarse de su pie y cada vez que tenía que realizar una bajada por pequeña que fuera se quejaba. Estos 5 km. hasta Arrés se hacen largos por la hora en la que se realizó. Aquí llego a la conclusión que las mejores horas para andar es temprano pues luego no hay quién lo aguante.
En Arrés nos esperaba un refugio que se estaba inaugurando, compuesto por dos habitaciones de 10 camas cada una de ellas (5 literas), un servicio con una ducha que muestra la roca sobre la que está construido el refugio y una cocina. El pago es voluntario y los hospitaleros te dan de comer y de cenar pues no hay restaurante ni tienda donde comprar víveres. La recepción fue excelente.
Por la tarde, después de descansar un rato Mariano me presentó a Julio, Mavi (María Victoria) y a Carmen que los había conocido el día antes en el albergue de Jaca. Julio y Mavi son matrimonio y viven en Cuenca, aunque el alardea de ser de Aragón. Él ha recorrido varias veces el Camino pero es la primera que hace el aragonés, para ella es la primera vez. Carmen es de Mallorca, está casada y tiene dos niños, ha decido realizar una parte del Camino en solitario, tal vez una búsqueda de independencia. Fue una conversación muy agradable con una cerveza en la mano pues el bar ( establo del pueblo) abrió a las siete de la tarde. Por la noche los hospitaleros nos dieron de comer paella y ensalada que había sobrado de la comida. Los hospitaleros son una pareja con un hijo, él es de Bilbao y presume de ello (pelín fanfarrón) y ella de Valencia. En la mesa también estaba otro español que parecía tocado (llevaba de todo en la mochila y fumaba de manera convulsiva), una pareja de alemanes y un inglés con un pelo de trenzas y un gorro redondo de lana. La mesa estaba llena y estábamos en lata pero el sentir peregrino lleno la velada. Después de la cena nos enseñaron la iglesia románica recién restaurada, y nos invitaron a rezar una oración.
Julio y yo dormimos a la intemperie en una noche magnífica y llena de estrellas fugaces (por lo menos vi 8). El saco nuevo realmente es bueno, si me metía dentro me asaba y si sacaba los brazos me achicharraban los mosquitos. La falta de costumbre de dormir en el suelo solo me permitió dormir un par de horas. De tres noches ninguna ha sido buena a la hora de dormir, dos por ruidos y una por mosquitos. Esperemos que mejore.
Se inició a las 7 horas y se llego a las 17:15. 36.697 pasos equivalentes a 25,687 km.
Somport - Jaca
Somport - Jaca (11/8/2001).
Por la mañana me he levantado temprano 7:15, he esperado un rato desde que ha sonado el despertador por que tenía mucho tiempo. He bajado a desayunar en el hotel (600 ptas. una pasada) y me he acercado a la estación de autobuses donde tras 20 minutos esperando en una mañana clara pero fresca he cogido un bus amarillo que me ha llevado a Somport (295 ptas.).
Allí hemos bajado una pareja y un señor, todos para hacer el Camino.
La emoción era latente y marcaba el inicio de un recorrido. Se ha pasado la frontera para dar unos pasos por Francia y simbólicamente prepararse para el comienzo de un recorrido. Algo soñado y esperado se iniciaba en ese instante.
En seguida he entablado conversación con el señor mayor, después sabría que se llamaba Mariano Latorre, y con la pareja. Ha durado poco pues enseguida Mariano y yo hemos iniciado el descenso por un sendero marcado por flechas amarillas y por marcas rojas y blancas del GR-63. El inicio es una bajada fulgurante que permite en 10 minutos pasar a la altura de Candanchu. El sendero es tremendamente agradable y nada cansado, sobretodo con el frescor de la mañana. En una hora y tres cuartos se ha llegado a la estación de Canfranc donde tras la visita de la estación en la oficina de turismo de Aragón, nos han colocado los primeros sellos (3 nada menos). Nos ha atendido una muchacha italiana que es cooperante del Camino de Santiago de Aragón, esta muchacha era tremendamente agradable y nos ha proporcionado información.
Después hemos ido a la torre restaurada por el Ministerio de Fomento por la construcción del túnel de Somport que se inaugurará próximamente. Esta visita ha sido motivada porque Mariano no tenía la credencial y aquí se la han proporcionado. Desde este punto hemos continuado bajando por un agradable sendero hasta el pueblo de Canfranc. En este sendero Mariano ha sacado la merienda que llevaba (longaniza y chorizo de Teruel) que junto con una barra de pan que hemos comprado en una tahona nos ha servido de comida. El lugar era muy agradable pues tenía una cascada muy aparente para la ocasión. Estando allí un grupo de chavales que estaban de parranda nos han ofrecido un poco de cava mientras que estábamos almorzando.
A estas alturas ya habíamos hecho grupo Mariano y yo. Él es un inexperto en la montaña y lo único que ha hecho es algún paseo en los alrededores del pueblo donde trabaja (Extremadura). Esa inexperiencia le lleva a buscar compañía y me ha encontrado a mí. Los dos vamos sin mochila pues ambos la hemos dejado en Jaca, por lo tanto es muy cómodo para mí el paseo. A Mariano a estas alturas ya le veía cansado y con algún problema en los pies. Le compensa que es una persona de agradable conversación.
Desde el lugar del almuerzo hemos bajado tranquilamente hasta Villanua. Nos hemos tomado una cerveza en un bar en el centro del pueblo. Aquí hemos conocido a dos aragoneses que también están haciendo el Camino, nos ha sorprendido que llevaban un jamón en la mochila. Con motivo de ello hemos conversado un rato. Desde este punto empieza la parte dura de esta jornada. El sendero se convierte en camino y las sombras desaparecen. Primero por un camino cabañero hasta un camping. Todo este paseo adornado por un horrible sol. Segundo, después de cruzar la carretera por un camino de reparcelación con cantos grandes sueltos hasta Castiello. Pueblo que se entra por la parte alta y se baja hasta el bar de carretera. Después de tomar una coca cola iniciamos el último tramo que transcurre al lado de la carretera con interminables subes y bajas.
Se entra en Jaca por la fuente de la Salud lo que obliga a atravesar todo el pueblo hasta el albergue donde nos pusieron tres nuevos sellos (Jaca, diputación de Aragón y de los voluntarios del Camino).
La chica del albergue que es francesa es muy agradable. Es una voluntaria del Camino de Santiago, nos ha hecho una foto que publicarán en el boletín del Camino. Ha quedado que no lo mandarían (efectivamente mandó el boletín, pero sin nuestra foto). Se sorprendió por el podómetro.
Como resumen se puede decir que es una etapa larga y dura y que la parte final no aporta nada (desde Villanua). Se ha iniciado a las 9:15 se ha llegado a Jaca a las 18:15. Son 44.560 pasos equivalentes a 31,192 kilómetros (cada paso de 70 cm.).
Mi compañero cuando hemos llegado llevaba una ampolla importante en el pie izquierdo, aunque tiene propósito de continuar. El entrenamiento es fundamental para tener éxito. Hemos cenado en una terraza enfrente de la Catedral (unos mejillones pequeños de esos que se llaman de roca que estaban exquisitos). Me he acostado a las 11 y hemos quedado a las 7 de la mañana.