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Camino Aragonés

Monreal - Puente la Reina

Monreal - Puente la Reina

Monreal - Puente la Reina (16/8/2001).

 

Etapa que termina el Camino Aragonés para enlazar con el Camino de Roncesvalles, durante ella todavía se vive la soledad y la tranquilidad. Durante todo el día solo vimos a tres chicas en el mesón donde comimos y a tres alemanes que durmieron con nosotros en Monreal. El resto fue tranquilidad.

 

La etapa la empezamos a las 7 de la mañana. Por un camino que buscando la ladera de la montaña nos aproxima a Yárnoz. Este sendero es un constante sube y baja y a Mavi se le atragantaba. Se nota en esta primera hora el frescor y la humedad de una noche de tormenta. Yo tampoco voy demasiado bien, tengo una ligera diarrea que noto me está limitando. Esta vereda sube y baja dura hasta Tiebas, casi 14 Km. de sube y baja. Desayunamos fruta y barritas energéticas en Ezperun. Es un sendero bastante pesado, pero aplico la táctica de montaña, no pensar más allá e ir respirando profundamente y cuando la cuesta se incrementa reducir ligeramente el ritmo y acoplar la respiración y los pasos.

 

En Tiebas estábamos sobre las 10 de la mañana. Aquí encontramos un bar abierto donde nos tomamos un café con leche y una tostada de pan. Fue anecdótico que la que atendía era una sudamericana con bastante inexperiencia en hostelería. Tuvimos que explicarle como hacer las tostadas, incluso en una ocasión pasé a la cocina que estaba detrás del mostrador para ver como las estaba haciendo. Al final salieron excelentes y nos tomamos media pistola tostada cada uno de nosotros y el precio de 5 consumiciones fue de 900 Ptas., sorprendente precio.

 

A las 10:30 reanudamos la marcha, el sol picaba algo más y después de atravesar la autovía a Pamplona nos dirigimos a Campanas, donde preguntamos a una señora que nos dirigió a Biurrum por una carretera recta y en plena solanera. Desde aquí nos dirigimos a Ucar y después a Enériz. Los caminos eran bastante cómodos. En este buscamos el único mesón abierto y tomamos el sol mientras que liberaban las mesas para poder comer, cosa que conseguimos sobre las 15 horas. Comimos los restos pero conseguimos un par de horas previas muy agradables al sol.

 

A las 16 horas, después de comer, el Camino prosiguió por un camino cómodo que termina en Eunate. Aquí está una construcción singular, la ermita de Santa María de Eunate. Eunate (cien puertas, en eusquera) fue construida en el siglo XII por los caballeros templarios, siguiendo el mismo diseño octogonal de la planta del templo de Jerusalén. Su destino, las inscripciones de las piedras y su fuerte carga simbólica siguen siendo un misterio. La paz interior se consigue sentado en los bancos de madera de esta singular ermita.

 

Tras Eunate la pista sale a la carretera de asfalto y sube hasta Obanos, la localidad donde algunos historiadores sitúan la unión real de los dos caminos. La subida y posterior bajada se antoja innecesaria a quienes llevan el cuerpo curtido por una larga jornada a pie. Es mejor seguir por asfalto y entran por fin en Puente la Reina.

 

Etapa de 30 Km., 42.857 pasos, que se inició a las 7 de la mañana y se terminó a las 18 horas. Etapa que termina algo que se empezó seis días antes. La tranquilidad se acabó.

 

En Puente la Reina llegamos al albergue, el cual estaba lleno. A mi me pareció enorme y me sorprendió que hubiera tanta gente. Después de esperar un rato nos indicaron que sellaban en el Seminario próximo, así lo hicimos. Después Julio, Mavi y Carmen se dirigieron a coger habitación en un hotel y nosotros a un hotel con albergue, dos habitaciones muy amplias con 10 literas cada una de ellas, nos costó 1000 pesetas pero estuvimos muy cómodos. La habitación era tan amplia que podía haber unos dos metros entre literas, luego no estaba llena así que Paquito y yo estuvimos solos en un extremo tras unas taquillas, perfecta intimidad.

 

Después de ducharnos y asearnos un poco nos fuimos a cenar con nuestros compañeros. Yo no me encontraba demasiado bien, la diarrea me había debilitado, cene sólo un sándwich mixto. Sobre las 11 de la noche llegamos al hotel.

 

La cena aparte de mi estado físico fue un poco triste pues significaba el fin de una relación que había durado 6 días. El grupo se convertía en pareja, el pensamiento de que algo se acababa me llenó. Todos hicimos propósitos de continuar el año que viene. Todos nos dimos los teléfonos y direcciones para mandarnos fotos y recuerdos. Así mismo todos aseguramos que si se pasaba por la ciudad de cada uno no se olvidarían de llamar. Todos sabemos que esto es un rito pero que no es verdad en cuanto la civilización nos captura y nos atrapa entre sus brazos.

  

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